Quería decirte, que esta noche, el miedo se ha colado por mi
ventana y se ha acurrucado muy despacio, en mi cama. Me ha cerrado los ojos, y
me ha envuelto entre las sábanas.
Esta noche he soñado con poesía, y poesía, eres tú, mi amor.
Se que eras tú, por que aún tengo las manos frías de rozar
tu piel cuando aún era invierno.
Estabas ahí, diciéndole a la luna, que esta noche no íbamos
a dormir, y yo sentía que el pecho me
quemaba, y es que ese es tu rincón.
Te fuiste, dejando la cama llena de recuerdos, que te
gritaban, según te ibas alejando. Dejaste todo tirado.
El tocadiscos que sonaba aquella noche, sigue emitiendo tus
susurros, con una música de fondo. Que no consigo escuchar.
Y es que no hay nada que pueda tapar esta cicatriz, que me
arde cada noche. Excepto tu sonrisa, esa que me agarraba cada mañana sin
soltarme, esa que me decía que no me preocupase por nada, que todo iba a salir
bien. Y es que se ha grabado de forma permanente en mi almohada. Donde posabas mi infinito cada noche.
Y es que mi pupilas ya no tienen fuerzas, para callar con
desidia.
Y es que ahora, sólo veo cielos grises, y es que ellos no
entienden de cajas de música que iban al compás de tus caricias, ni de tus
ojos, que eran capaces de leerme los labios, que ahora ocultan las ganas detrás
de ese rojo, difuminado, cuando decía con silencios, vuelve. Quédate, que cada
noche ese miedo a no necesitarte nunca más aparece, así, sin avisar.