Se la cayó la manta que la arropaba. Y consigo cayeron
todas sus flores, de mañana.
Ella pensaba que la arropaba de las personas y no del frío
de Enero y sus camas vacías y sábanas empapadas de algo del amor. De sus
domingos escuchando rock, y bebiendo Four Roses en la bañera.
Empapando la página número ciento tres de su libro. Desvaneciéndose
a otro ritmo que la vida. Al de su cigarro, consumido por su rabia, y no por el
rojo difuminado de sus labios.
Ella pensaba que... todo dolía menos a oscuras, y sin nadie
al que poder llamar cabrón.
Ella ya se jodía sola, sin querer querer. Y perdiéndose entre sus putas metáforas.