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18 dic 2013

Los restos del color azul arándano.


Cuando el comienzo del año empieza en invierno, cuando el frío resulta imposible de comprender, cuando se queda guardado bajo la piel.
Cuando se duerme dentro de nosotros plácidamente junto al miedo, de vivir.
Cuando todo empieza por el dolor, y te das cuenta de que tiene que ir floreciendo poco a poco, quizás como la primavera, cuando la niebla se transforma en el color rojo, pero un rojo bonito, apagado.
Cuando te hundes porque crees que todo resulta más fácil, supongo que ahí es donde nadie te oye, y por eso permaneces ahí, oculto entre ti.

Pero la vida no sólo es otoño, y eneros que marcan. Supongo que tampoco lo es la primavera, ni las bellas teclas del piano, ni tampoco los restos del color azul arándano de tus pinceles.

La vida comienza por no ser evadida por todo ello, ni por mi, y digo que comienza en invierno para que el día que sepamos que también tenemos una pequeña luz, algo que da calor dentro de nosotros, comprendamos a vivir contra todo eso, contra nosotros mismos.

9 dic 2013

El amor es escribir, es dolor.

Hoy he decidido escribirte, supongo que como cada noche, sólo que esta vez las palabras se quedarán marcadas sobre el papel. O sobre mí...

Siempre he creído que mezclar ginebra y escribir, significa mi muerte. Ya sea por las veces que espero la primavera, o por las otras tantas que enero me marca la piel.
No se si es por las veces que me dijiste que me salvarías, y aún sigo esperando hundirme más o yo-qué-sé.

Pero esta noche me dueles mas.


He creído saber lo que era el amor.
Y he llegado a la nefasta conclusión de que el amor es ver llover, y empaparnos bajo las sábanas. Es dejar que se enfríe el café por querernos un rato más. Es compartir tan sólo un mando de la play. Y quejarnos de frío en pleno agosto. El amor es escribir, es dolor. Y es muerte.



Y  otra noche vuelvo a no enredarme en ti.

7 dic 2013

El invierno sin porno.

Resultó que nos dolía más querernos, que dejarnos matar por la distancia.
Que jodía menos el invierno sin porno que tus costillas en mi espalda esperando ser vencidas.
Los domingos con poesía mataban menos que tú y yo juntos deshaciendo el amor, y la cama, y el silencio lleno de ti y de mí...
                                                                                                                                             

Liar tabaco, y dibujar rayones negros en el papel.


Perderme, dejarme en paz, dejar de escribir, deslizar los pies descalzos por la sábana fría hasta que sobresalgan del colchón, enamorarme del otoño y no de ti, ni de nuestras heladas en pleno agosto.

Ver llover a los párpados y decir que las nubes son unas putas,