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24 feb 2014

Mientras le recitabas al colchón.


Has sido capaz de llenar hojas enteras de ruidos y silencios, de invadir cada espacio en blanco, de mojar palabras sin ni siquiera tinta.
Has hecho y desecho madrugadas, mientras le recitabas al colchón.


Has leído al miedo en mi piel, cuando los inviernos hablaban de ti, y no de lo gris que estaba el cielo.

Has visto bailar al otoño mientras se hundía en mi. Mientras helaba, mientras me hundía. Y a la vez bailaba.




Y a mi, sólo se me ocurrió hacer café por si decidías quedarte.
Ya se que no te gusta, pero me cuesta buscar buenas excusas que sepan decirte: 'no te vayas, aún.'



No me quedaban palabras que pronunciar, porque las he guardado todas aquí.
Llevan demasiado tiempo a oscuras, y todavía no se han acostumbrado a ti.


A veces el agua de la ducha se lleva algunas palabras, las que duelen menos,
imagina que se corren por el desagüe. Maldita sea, Que hagan el amor entre ellas , ¿te imaginas?, deshacerme de todo esto, del mar del papel, que no es azul, y de la tinta color carbón con algo de amor. Sin poesía. Sin cariño.

Tirar las palabras a la basura. Y permanecer enredada un rato más, sin que esto cueste tanto.

2 feb 2014

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El mecanismo de un tiovivo de cristal.
No se si baila o sólo espera. No se si está parado. No se si gira sin sentido alguno, pero creo que no.

A veces es más fácil aferrarse a algo que andar sobre tu propio acantilado-precipicio. ¿Y si ese algo es el miedo?.
Es demasiado complejo como para poderle soltar.


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Y al final, el tiovivo de cristal, cayó por el acantilado-precipicio, pero sin mar, ni nada bonito, sólo vacío, (y es que en el vacío también es fácil romper cosas).


Y el miedo a perder se perdió. Que ironías, sigo agarrándole, pero no le encuentro.