Tenerte encima de mí hasta que la noche amaneciese, hasta que
un laberinto se perdiese entre tus manos, tus manos y mi piel. Perderme más. Perdernos hasta que un
bolígrafo y un papel no pudieran contar que es el cielo, y luego llenarlo de
adjetivos absurdos, y quizás nombrar el paraíso.
Perderme hasta que el agua de la bañera se enfríe y esté tan
helada que en días el café de ayer haya sido el de la semana pasada. Ese amargo
café de sobre.
Perderme por días o noches, por tu espalda. Y ver cada noche
la luna llena, con la persiana bajada.
Sólo escuchar la música de tus suspiros y mis ansias,
mezcladas.
Tenerte encima de mí hasta que el paraíso deje de existir. Y
entonces tendré que salir de esta mierda de habitación, y quizás preparar café
en condiciones.
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