Vistas de página en total

7 ago 2013

Romperse un poco el pecho, para escribir sobre las nubes.

Escribir.
Dejo que los recuerdos me consuman, y mientras tanto las noches cada vez son más noches, más negras, y aún más con un bolígrafo y papel.
Desgasto la tinta intentando emcomtrar algo por lo que ser feliz, pero las palabras me desgastan a mi, y la tinta no borra esos recuerdos.
Piano.
Calma. Pero resulta que siempre acabo tocando melodías más tristes que las propias teclas heladas sin ser acariciadas, por nadie, nunca. Ni si quiera con el propósito de acabar con un puto domingo.
Pintura.
Los pinceles, las pinturas, su mundo, tan vacío de felicidad, que me da miedo.
Siempre he pensado que pintar es triste. Imaginas un mundo, un paosaje, algo, que sólo esta en tu cabeza, y que relativamente nunca existirá. No puedes pintar el amor. Y eso es triste.
Y aún más cuando te recuerda tanto a alguien.

Cartas.
Cartas que te hacen llorar y ser un poquito más feliz. Feliz de recordar. De sentir. Pero luego viene la nada, cuando esas cartas no dejan de ser un triste papel, dónde las lágrimas lo borran todo. Borran la tinta. Borran tu mínima cordura. Borran las esperanzas. Y todo se queda en nada.

Algo que te hace feliz se convierte en algo efímero. Difícil, y duele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario