Bosques, llenos de hojas secas, inundando cada parte del
suelo. La luz de la luna, jugaba a enredarse entre las ramas de aquellos
abetos. El hielo, cubría cualquier tipo de reflejo de aquel pequeño estanque.
12:26 de la noche. Esa fue la hora, en la que todo mi mundo
se vino abajo.
Cierras los ojos, los aprietas. El dolor y la rabia se almacenan
debajo de tus párpados.
En esos momentos no existía nada más, tan sólo ese tipo de
silencio, en el que puedes escuchar tus propios pensamientos, en el que se
escuchan tus lágrimas, ese mismo tipo de silencio que grita a la nada.
No iba a venir, nunca.
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