Como una película, una de esas que empiezan por el final, el
final, ya que en la realidad no hay segundas partes.
Ya está todo dicho, el dolor ya está hecho, sin sorpresas ni
falsas reconciliaciones que acaban destrozando cualquier objeto que se cruce en
el camino de dos personas con el único propósito de hacer el amor. Ahora tan
solo queda ver la trama
El techo, tan
blanco como hace dos segundos; Lo único que podía sentir era cómo si los latidos de mi corazón invadiesen todo mi
cuerpo, la voz me temblaba y apenas podía pronunciar una palabra sin que sonara
estúpida.
Joder, otra vez.
¿Esta vez tiene que ser todo tan jodido?
Estaba todo tan claro, y ahora, joder, ahora sería imposible
entender esa facilidad de comprender la
confusión.
Ahora sólo queda una promesa sujeta a una única condición,
la de no olvidarme.
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