De querer llorar y acabar derramando más tinta que lágrimas.
De soñar y no dormir, de escribir con los ojos cerrados, que es más bonito que el papel.
Más lluvia que tormenta, más caos que calma, que ya no estás, y yo en cambió sigo aquí, partiendome un poco el pecho, para escribirte y seguir muriendo, a la vez.
Pero si dejara de hacerlo moriría igualmente sólo que con más bolígrafo que papel.
Que el verbo querer si existe por las noches, a solas, y con medio café más frío que amargo duele más. Y joder...
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